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Autoestima en mujeres y Fitness. Parte I.
Hoy día estoy en las antípodas de lo que en un momento de mi vida llegué a pensar sobre mí misma y puedo explotar ahora en profundidad y cada vez mas las aptitudes que sabía que tenía, pero que no me esforzaba por potenciar. Tenía el pensamiento erróneo de que no valía la pena si al final no era la mejor en todo y sentía miedo de descubrir finalmente que no tenía lo que creía dormido en mí.
Llegué a no ser capaz de definirme e incluso de hablar de mí misma con amor. No me llevaba muy bien conmigo misma y en consecuencia, no me llevaba bien con el mundo. No entendía el verdadero significado de que otra mujer hablara en tono de amor propio y con orgullo de sus valores, de hecho me chocaba bastante. Y es que es fácil que nos venga a la mente la imagen de esta mujer como la de una persona soberbia y “encantada de conocerse”…yo diría que esto ocurre porque lo habitual, por desgracia, es la baja autoestima entre las mujeres, un problema que entonces yo creía que me venía dado y no sabía como cortar el círculo vicioso que me impedía vivir como realmente quería: de una forma plena.
Mi problema era contra la cómoda definición de mí misma que me había grabado a fuego en el cerebro y si mis valores hablaban de ser una persona fuerte,comprometida, activa, constante, como íba a llevarme bien con esa niña adulta y algo enfermiza que se escudaba en su debilidad física y su inconstancia!
Para volver a ubicarme en el mundo empecé a reconstruir el mío propio tal y como lo deseaba revisando mis definiciones de todo lo que me ocurría y lo que me rodeaba. Entonces comprendí que mi definición de una vida plena tiene que ir ligada a una vida saludable en todos los sentidos.
Observé que el problema de la falta de autoestima que afecta a muchas mujeres deriva fácilmente en renunciar a cuidarse a sí mismas ya que al adjudicarse un valor propio bastante pobre, pasamos a considerar el hecho de cuidarnos como de menos importancia. Nos ocupamos de lo que nos es externo, de las cosas y seres que nos rodean y a las que otorgamos un valor por encima del nuestro propio. Esto genera una espiral que se retroalimenta y de la que parece difícil salir ya que: “no me gusto porque no me cuido” y “no me cuido porque no me gusto”. Sin amor propio, si uno no se quiere, deja de lado el estilo de vida sano, deja de cuidar muchos aspectos y donde había salud se abre la puerta a la enfermedad.
Revisé entonces mi definición de “cuidar de una misma” y mi conclusión fue que cuidarse y tomar tiempo para uno es también cuidar lo que nos pertenece y a los que nos rodean. No se trata sólo de algo aparentemente tan superficial como cuidar de nuestro físico y vernos pequeñas y delgadas sino que va mucho más allá, se trata de fortalecerse a todos los niveles, de cuidar de tu salud de forma integral, tanto física como mental y permitirte vivir tu vida plenamente en lugar de simplemente pasar a través de ella mirando desde fuera el espectáculo, casi como si te fuera ajena. Se trata de estar en paz con tu propia vida.
Para mi nuevo mundo, se me ocurrió que si había una espiral que te encerraba cada vez más en tus limitaciones seguramente podría existir otra excéntrica que multiplicaba cada vez más tus motivaciones. Me obligué a actuar más y a pensar menos y uno de los pasos importantes y curiosamente más literales, la verdadera clave para mi, fue activarme físicamente y de inmediato, hacer ejercicio físico. Y vaya si dí en el clavo, porque esto me llevó de forma natural a cambiar todo lo demás.
De este modo encontré por donde empezar, la base de mi espiral positiva, porque lograr hacer lo que creías que no podías hacer produce esta motivación infinita de la que hablo, que ayuda a alcanzar la salud integral que deseamos y por lo tanto nos lleva automáticamente a cuestionar la validez de nuestro sistema de creencias en cuanto a la antigua percepción de uno mismo y a entender que ése cambio era importante y necesario para construir de nuevo la vida que sí queremos vivir y pronto los “estoy orgullosa de haber llegado al gimnasio” se convierten en “me gusta tener fuerza” y más aún en el “me quiero a mí misma” imprescindible para vivir dignamente.
No digo con esto que no sea complicado “cambiar de vida” pero diría que es tan sencillo como tratar de cambiar el lenguaje personal en el que te diriges a ti misma. Si lo pensáis bien, el mero hecho de nacer es una crisis en sí. Salimos del confort del medio en que vivíamos para encontrarnos con retos constantes con el único objetivo de sobrevivir. De aquí la importancia de ser capaz de adaptarnos a nuevas situaciones y mantener una mente abierta a los cambios sin por ello dejar de ser fieles a los propios valores. Así que quizás la forma más natural de vivir debería ser aquella en la que sabemos disfrutar de superar cada obstáculo.
Marga Pont