-
Capítulo IV. Cuéntamelo otra vez Joan.
Esta conversación está muy caliente en mi memoria ya que tiene apenas un par de días. Estaba esperando a un cliente cuando lo vi entrar en vaqueros y sin bolsa de deporte. No venía escayolado ni triste, es más, venía con una sonrisa extraña. Era la primera vez que nos veíamos desde el 8D de los 3000 Burpees Solidarios y venía para hacerme una petición muy especial…
—Hola Joan, ¿cómo estás?
—Hola amigo, al 40% pero sonriendo. ¿No vamos a entrenar hoy? ¿Estás lesionado?
—No, estoy perfectamente, pero hoy quiero despacho. Quiero que charlemos.
—Perfecto, adoro las charlas. ¿Qué tema? ¿Nutrición, entrenamiento, motivación?
—No. Burpees, tus 2000 burpees.
—¿En serio? Ya ha pasado un tiempo y he hecho la crónica y el especial en «Entrenador Personal, Entrenador Emocional».
—Quiero que me lo cuentes tú, quiero saber, quiero preguntarte.
—Está bien, saca dos cafés y empezamos.El cliente saca dos cafés y vuelve al gimnasio casi con prisas, como si una hora no fuera suficiente para saciar su curiosidad. La verdad es que se sienta como me debía sentar yo de niño cuando alguien se preparaba a contarme una historia que ya me había contado 100 veces pero nunca me parecía suficiente. Manos apoyadas en las mejillas, ojos entreabiertos concentrados, cuerpo echado adelante y móvil en silencio.
—Bueno, pues pregunta.
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque vi que en el pueblo faltaba algo y me vi capaz de conseguirlo. Lo de los burpees me pareció la forma más fácil de conseguirlo.
—¿Y ya?
—Bueno, me apetecía demostrar y enseñarle a la gente que aún tenemos poder. Que podemos hacer lo que queramos, que somos tan buenos para hacer una barricada con containers en una protesta como para hacer un acto solidario y recaudar dinero para mejorar el día a día de los niños, aunque fuera en un porcentaje pequeño.
—¿Te gusta la política?
—Me entretiene desagradablemente, es como ver pasar un coche de policía con las sirenas puestas y pensar «me gustaría ir a ver qué ha pasado». No me gusta que me entretenga, porque detesto lo que representa ahora para el pueblo. Opresión y malas noticias.
—Me da que serías un buen político.
—Me da que no lo verás nunca. No me gusta sonreír cuando no quiero, y en política debes tener 7 caras y saber cuál ponerte según la situación, no es para mí.
—Yo te votaría. Bueno, ¿pudiste dormir la noche antes?
—Costó, además no paraba de soñar que me quedaba dormido y que llegaba tarde. Tantas veces lo soñé que me despertaba buscando el reloj pensando que el sueño se había hecho realidad. Al final a las 7,30 no podía más y me levanté.
—¿Estabas nervioso?
—No, no porque no me sentía protagonista del acto. Me sentía como un gran letrero luminoso que debía atraer a la gente y que además les debía remover para que donaran algo de dinero, porque al final de eso iba la historia, de recaudar dinero en medio de una crisis económica, una locura. Pero lo hicimos.
—Casi al mismo tiempo que anunciaste el acto solidario te lesionaste la espalda seriamente, ¿no pensaste en aplazarlo?
—No, era imposible aplazarlo, como sabes en Enero nos vamos con el negocio a Manacor y esto era un regalo para el pueblo que ha visto nacer a Joan Gallardo Entrenador Personal. No tenía sentido hacerlo más tarde.
—¡Pero yo que sigo tus entrenamientos no vi que entrenaras específicamente los burpees!
—Es que no lo hice, no tenía tiempo para hacerlo y además, si le hubiera dado el protagonismo de mis sesiones a los burpees habría podido quemarme, presentarme el 8-D y a los 700 sufrir un parón emocional y abandonar. Necesitaba tener GANAS de hacer burpees, así de fácil.
—¿Pero no tenías miedo de lesionarte mientras los hacías?
—Miedo no, porque sabía que era probable, y no puedes temer algo que puede que suceda. Me daba más que miedo mi inoportuna Bradicardia apareciera o que sufriera una rotura muscular debido a la falta de un entrenamiento más duro estos últimos meses.
—¿Y si hubiera pasado?
—Pues al hospital, no pasa nada. Hubiera sido normal.
—¿Cuando te dieron los tirones no quisiste ir a casa?
—Amigo, te aseguro que una vez empecé la idea de irme a casa antes era inexistente, sabía que o terminaba o acababa en una ambulancia. Me prometí pararme si me sentía mal pero sé que no puedo negar según qué partes de mí, como lo cabezón que soy.
—¿Echaste de menos a alguien?
—Me hubiera encantado tener el beso de mi hijo, aunque hubiera sido por un momento, después sí que esperaba la visita de algunas personas pero entiendo que uno no siempre puede hacer lo que desearía.
—¿Y no te enfadas?
—Cuando me enfado pienso mal, me vuelvo más tonto así que no suelo enfadarme mucho.
—¿Por qué llorabas al final?
—Imaginaba qué pensaría mi hijo si me viera, eso me tenía las lágrimas al límite durante cientos de burpees, al final cuando fui a hacer los últimos diez y empecé a sentir palmadas en la espalda, aplausos, caras de orgullo y gente llorando antes que yo no pude contenerme, lloré todas las últimas 10 repeticiones. Fue inolvidable.
—¿Te arrepientes?
—No, no lo volveré a repetir porque la factura ha sido cara, pero si volviera atrás sin duda repetiría mis pasos. Bueno, habría cogido Radio-Salil antes.
—¿Sientes que has dado una lección a alguien?
—No, no me atrevo a dar lecciones a nadie. Prefiero pensar que he demostrado que seguimos teniendo capacidad de acción y que las cosas que valen la pena no entienden de obstáculos, burocracia o de bien o mal.
—Piensas demasiado tío…
—Y me lo paso genial así. Sé hacer pocas cosas bien, pero pensar y hablar se me dan de lujo.
—¿Y escribir no?
—Me acabas de dar una idea.
—Peligro…Este es el último artículo relacionado con el famoso ya día 8 de Diciembre «3000 Burpees Solidarios». A partir de aquí dejaremos que el tiempo coloree de una forma aún más bonita un día que de por si ya pasará a formar parte nuestras mejores batallitas. Muchas gracias a todos. Siempre lo recordaré.
CONVERSACIÓN
A partir del minuto 23’05 podéis ver lo mejor de ese día. Incluidos los últimos 10 burpees.