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Complejos y Mujeres.
Ayer veía un documental, tarde, por «La 2». Pero ojalá lo hubieran emitido más temprano, por «La 1».
Hablaba sobre la «Cosificación» de la mujer y reconozco que no conocía esa palabra aunque no hizo falta buscarla en el diccionario: «la consideración de una persona como una cosa». Y, por absoluta desgracia, el programa giraba en torno a la figura de la mujer y de cómo la sociedad, la publicidad y los medios las estaban llevando a ese punto, a la COSIFICACIÓN. Y por más total desgracia, parecía existir cierto acomodo y gusto en esa posición por parte de la mujer. Programas como «Jersey Shore» o su repugnante versión a la española (Gandía Shore) nos dicen cómo es una mujer «molona», y resulta ser que esa versión es vomitiva pero dando un triple tirabuzón a la lógica, ese perfil genera un río de seguidoras/imitadoras convencidas de que ahí reside el éxito popular. Una nueva versión del populismo político pero en humanos, populismo humano. Basura.
Empecé a cuestionarme si con mi profesión estaba alentando la COSIFICACIÓN, y desde fuera puedo llegar a entender que así se me catalogue, como un precursor de la cosificación.
Pero por suerte, no sólo en esto si no en mi vida y desde siempre, mi conciencia es limpia desde el suelo al último rincón del techo. Jamás he permitido ni permitiré que ningún cliente, hombre o mujer, llegue al extremo de la obsesión por su físico, jamás.
No me costaría mucho trabajo que alguna de mis chicas repitiera en su boca las palabras que más de una vez les he dicho: «Ya estás muy bien, ir más allá supondría sacrificar parte de tu felicidad y bienestar, y eso simplemente NO VALE LA PENA».
Lucho día a día para conseguir que las personas que entran en mi despacho consigan ser más felices, se sientan mejor, se valoren más y vean como su auto-estima sube pero me niego a que sus vidas se reduzcan a «tengo este aspecto y valgo lo que los otros ven».
Si un día me levanto y tengo la sensación de que estoy colaborando con ese cliché, abandonaré los Entrenamientos Personales, aquí queda escrito para siempre.
El 78% de las chicas de 17 años están descontentas con su aspecto, eso decía el documental. Me pareció terrible. En ese mismo momento pensé: «Ojalá las pudiera ayudar a todas», después me dije a mí mismo: «No, ojalá TODAS estuvieran contentas con su aspecto, aunque lo quisieran mejorar, eso sería perfecto».