-
De repente adoro los triples.
Como cuando empecé a comer queso. Lo odiaba y acabé adorándolo.
Tenía yo unos 12 años y estaba ayudando a mis padres en el taller de tapicería que teníamos. Iba destapizando butacas, tacha a tacha. Llevaba un buen rato con ello, horas. De repente me entró un hambre infernal, mis costillas se metían para dentro.
Mi padre me dijo que fuera a buscar merienda con la bici. Para él un bocata de serrano con queso. Con queso.
Cuando lo escuché salir de su boca me pareció lo más apetecible del mundo. Pedí otro para mí y vaya por Dios, aluciné con el queso. Tantos años despreciándolo y ya podía prever lo mucho que iba a disfrutar con él el resto de mi vida.
Los triples, antes diría «los putos triples» de snatch… eran un jodido suplicio y un aburrimiento. Ahora los adoro, me flipan como buen flipado de la vida que soy.
Nunca sabes lo que va a pasar, nunca sabes qué te va a acabar gustando.
EXPERIMENTAD Y ABRÍOS EN CANAL A LA VIDA.
PAZ.