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¿Entrenar Estando Enfermo?
Aunque parezca mentira, no hay mucha información médica sobre los efectos del entrenamiento en una persona que puede encontrarse en mitad de un proceso gripal, gastroenteritis o en un resfriado.
Es curioso cómo podemos pasarnos media vida sin entrenar y sin motivos para tan siquiera pensar en ello, y de repente cuando llevamos una tendencia de entrenamientos inmaculada ni se nos pasa por la cabeza no acudir al gimnasio, pase lo que pase. Y eso puede llevarnos a un pequeño desastre.
Lo que sí que está demostrado es que entrenar con regularidad nos mantiene alejados de problemas comunes como resfriados, estrés o incluso depresión, pero ninguno de nosotros estamos blindados ante un virus intestinal o ante una intoxicación alimenticia. En estos casos entrenar es poco menos que una locura. Imaginad que llenáis el depósito de vuestro coche por error de agua en lugar de gasolina, sabéis que ese combustible no es bueno pero aún así os proponéis hacer un largo viaje por carretera. ¿A nadie se le ocurriría no? ¿No deberíamos sacar ese agua antes? Pues lo mismo sucede en estos casos. No podemos entrenar sin una buena fuente de combustible. Punto final. No es cuestión de agallas o coraje, es cuestión de sentido común. No se pierde nada por un par de entrenamientos menos.
Yo mismo acabo de sufrir las embestidas de un virus estomacal de lo más violento, como nunca había sufrido antes, de tal calibre que por primera vez en 4 años me tuve que marchar a casa desde el trabajo. De hecho, hasta mañana no pienso entrenar y me he pasado desde el martes comiendo dieta blanda, la salud es lo primero y si debo beber litros de suero azucarado pues lo bebo, hay una vida por delante para arreglarlo y creo que me sobran días.
Dejad las proezas para Michael Jordan como cuando metió 57 puntos con 39º de fiebre (ganando 13 millones de $ yo también lo haría) y utilizad vuestro sentido común, vuestra salud va primero. Siempre.
Joan Gallardo.