Halterofilia. Uno de los deportes más bellos y perfectos sobre la faz de la tierra. Y con poca gente practicándolo.

Por eso me gustaría pedir una cosa: Cunado veamos a alguien nuevo, novato o como lo queramos llamar, seamos buenos con ellos. Intentemos ayudar.

Además, todos somos novatos a los ojos de alguien más experto o más veterano.

Nadie ha nacido con una barra y discos bajo el brazo, nadie se puso el primer día la barra en la espalda y sacó 200 kilos de sentadilla, nadie se sintió el tío más seguro del planeta el primer día que se puso sobre una maldita plataforma.

Lo último que necesitan estos chicos es encima la presión de sentir que alguien se está a punto de cachondear de ti.

Lo primero que necesitan estos chicos es que alguien se acerque para echarles un cable.

Os aseguro que uno siempre se acuerda de aquella persona que ofreció su ayuda desinteresadamente en los primeros días con la Halterofilia, o que simplemente asintió en un gesto de ánimo o aliento. A veces sencillamente recuerdas ese guiño de ojo de tal persona que paró todo un momento para analizar una cargada o una sentadilla.

¿No te gustaría ser esa persona a la que recordar?

Sed buenos, esto es Halterofilia.