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Javi Sánchez. Suave Agujero Negro.
El tiempo es un invento injusto que desvirtúa todas las medidas.
Hoy hace dos años que Javi nos dejó con más lágrimas que desolación aunque aún así fueran menos que las sonrisas que nos hurtó. Me cuesta envolver estos dos años en la suficiente saliva como para tragarlos sin que duela. No es que parezca que fue ayer, más bien diría que nunca fue.
Es un día que puede olerse varios meses antes, como si fuera a caer una tormenta de agosto y te cayera la primera gota en abril.
Aún no he podido eliminar su perfil de socio del ordenador del gimnasio, ni lo pienso hacer, me sigue alegrando ver su cara aunque sea en una fotografía o en forma de dirección de correo electrónico. Y es que él mismo era pura alegría, derrochadora bondad y una sonrisa embriagadora.
Cuando entrabas en algún lugar y él estaba cerca, lo podías notar, tenía un halo de magnificencia sólo comparable a su encanto natural, era imposible mirarlo a la cara o saludarlo sin descontrolar una sonrisa. Daban ganas de estar cerca de él. Es lo que tienen ese tipo de personas, atraen. Son como un suave agujero negro.
Sólo puedo pensar en sus padres y su hermano, ojalá pudiera comer parte de su dolor, ofrecerles un abrazo descansado para siempre aunque mucho me temo que no existen brazos suficientemente calientes como para conseguir tan siquiera un hueco para respirar profundo una vez.
No estoy seguro del tiempo que durará la huella de Neil Armstrong en la Luna, pero sí tengo claro que la de Javi, en nuestros corazones, será eterna. Para siempre. Inolvidable.